La agenda ambiental local

Lejos han quedado los días de El Fortín, el pueblito en el que nací, mi terruño, la patria de mi corazón, el lugar donde descansan los restos de mis antepasados. Allí tuve mi primer contacto con la educación en la escuela Domingo Faustino Sarmiento. Todavía recuerdo el primer día de clases con la señorita Estela, o las cien oraciones con figuritas con las que la maestra de segundo, mi prima Rosita, pretendía iniciarnos en la escritura, o el inolvidable señor Barrios, que continuaba sus clases en los partidos de los recreos, o la desopilante señorita Elsa, que plasmó en sus observaciones un “leve en matemática”, siendo esa la única materia en la que lucía un orgulloso excelente, o los inolvidables bizcochos calentitos que nos iba a comprar doña Yola en su imperecedero devenir en el cargo honorífico de abuela de todos nosotros.